El nuevo gobierno de Chile


Los pasados gobiernos de la Concertación gozaban de amplio respaldo popular y no tenían enemigos viscelares ni acérrimos, puesto que sucedieron la transición liderada por el ex-presidente Pinochet, cuyos gobiernos dictatorial (1973-1980) y transitorio (1980-1990) han sido injustamente satanizados por la opinión pública en general. Esto explica por qué recibían pocas críticas y eran pobremente exigidos por la opinión pública y hasta por los sectores políticos opositores a su gobierno. Tal situación permitió que el gobierno fuera poco eficiente y tomara malas decisiones sin tener que enfrentar grandes obstáculos y tendiendo constantemente hacia una mala gestión.

El nuevo gobierno, en cambio, es odiado de forma visceral por muchas personas a causa de dos razones principales. La primera es que el presidente y su equipo forman parte de una élite exitosa y pudiente, lo cual genera la envidia de quienes se sienten incapaces de alcanzar el mismo grado de éxito: esto es algo que cualquiera puede observar en su propio medio, pues siempre ha habido mediocres envidiando y detestando a los que se esmeran por ser mejores (sin conseguirlo) y aún más a los que llegan a serlo. La segunda razón es que vinculan la coalición política del presidente con el sector político que respaldó y acompañó al presidente Pinochet durante sus gobiernos y, además, satanizan la figura del ex-presidente y también sus mandatos.

Esta situación de odio visceral e irracional ha conducido, por ejemplo, a que muchas personas hayan criticado el logo utilizado por el nuevo gobierno (algo que casi no ocurrió con los logos de los gobiernos concertacionistas) y a que la prensa escrita se fije en cada error cometido por la nueva administración gubernamental. Todo esto, aunque parezca injusto al compararlo con la comodidad con la que gobernaba la Concertación, estimula un mejor desempeño del gobierno. También es probable que dé una imagen negativa de él porque parece cometer más errores que la administración anterior a causa de que estos no eran denunciados de forma tan pormenorizada. Sin embargo, igualmente parece positivo que los errores del gobierno sean denunciados públicamente, a pesar de que entreguen una imagen exageradamente negativa acerca de él, puesto que le entregan una oportunidad de mostrar y publicitar buenas soluciones a la vez que lo obliga a llevar a cabo una gestión cada vez mejor.

Lo anterior fue una de las razones que tuve para votar a favor de Sebastián Piñera, el actual presidente, tanto en la primera como en la segunda vuelta. Así lo expuse en el debate sostenido en el blog Chile Liberal. Mi otra razón fue que Piñera era un candidato más liberal que Frei, si bien ninguno de los dos resultaba ser enteramente liberal. De esta manera, ahora creo estar constatando precisamente aquello que me impulsó a votar por el candidato de la Coalición por el Cambio: su gobierno está siendo celosamente observado por la opinión pública y su gestión es severamente criticada en cuanto a los errores que ha cometido. Todavía falta, sin embargo, constatar que sus políticas sean más liberales, pues no hemos tenido tiempo de observar medidas en este sentido hasta ahora.

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