Cruz de Lo Cañas repuesta

Constatamos en abril la lamentable destrucción y desaparición de la Cruz de Lo Cañas producto del terremoto que nos sacudió el 27 de febrero. El 08 de septiembre, no obstante, el portal «Santiago Cordillera» comunicó la reposición de la Cruz en su lugar habitual.

La Cruz de Lo Cañas no solamente contrae el valor simbólico de la cruz en general, sino que también representa el sentido de aflicción para La Florida que significó la Matanza de Lo Cañas, durante la guerra civil de 1891, y la unidad nacional en torno a una lamentación por la lucha fratricida que sostuvimos entonces. Más aún, ella es un memorial histórico que pone en contacto la realidad cotidiana del presente con el espíritu eterno de la época y las situaciones que rememora. Resulta importante, entonces, tener este —y muchos otros— hito para recordarnos que no somos la primera generación habitando esta comuna y que hay una historia detrás de cada lugar que recorremos en Santiago: la contemplación de estos detalles nos ayudará a valorarnos a nosotros mismos como habitantes de una ciudad con historia definida y propia.

Santiago es, por completo, una ciudad con carácter y de relatos envolventes. Termina siendo una ciudad encantadora para quien la conoce medianamente bien (como yo). Conviene pasear libremente por ella de vez en cuando y también enterarse de admirables detalles acerca de su historia o lugares leyendo el blog Vrbatorium. Por esto mismo, a veces me resulta incomprensible que haya quienes la desprecien y digan que es preferible vivir en cualquier otra ciudad o que incluso se refieran a ella como "Santi-asco". El encanto de Santiago está por todas partes: en los hermosos edificios del centro, en los cités, en los adoquines, en los rieles que aún sobreviven, en las casas antiguas, en los pequeños almacenes, en el Persa Bío-bío, en La Piojera y en el 777, etcétera, etcétera. Porque podríamos seguir nombrando muchos lugares y muchos rasgos que hacen de esta ciudad una urbe admirable.

Cada detalle, cada lugar y cada símbolo nos atan indisolublemente con el pasado de nuestra ciudad. La Cruz de Lo Cañas nos retiene anclados en un hecho deplorable y aparece como argumento urbano en favor de no repetir otra vez las mismas atrocidades en contra de nosotros mismos. Otros hitos tienen su propia historia y mensajes particulares para entregar.

Yo, por mi parte, no anhelo otra cosa —domiciliariamente hablando— que volver a vivir en Santiago y empaparme de esta hermosa ciudad durante todo el tiempo que me sea posible.

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