«Emparejar la cancha»: una aspiración anti-liberal

Originalmente publicado en Ciudad Liberal.

Imagen: English Channel
Cualquiera que conozca las bases del liberalismo y acepte que no existe la colisión de derechos concluirá, necesariamente, que una proposición como «emparejar la cancha» es insanablemente anti-liberal. Por eso me sorprende cada vez que alguien erróneamente auto-denominado liberal sostiene que sea bueno o justo «emparejar la cancha». No se trata solamente de algo malo e injusto, sino que de algo que está en la más abierta y diametral oposición al liberalismo. Si queremos declarar nuestro desprecio por el liberalismo, podemos decirlo usando una declaración positiva o la metafórica «estoy a favor de emparejar la cancha». Por supuesto, no puedo terminar este párrafo sin recordar que esta es una aspiración de Hitler, Stalin, Castro y Kim (los tres): no de los liberales.

Aclarado que la intención de «emparejar la cancha» es totalitaria e inhumana, vengo en condenar y repudiar el indebido respaldo que Red Liberal, movimiento político al cual pertenezco, le da a esta repugnante aspiración política. En efecto, Red Liberal expresa entre sus principios básicos que «reconoce como prioritaria la tarea de igualar niveles básicos para el ejercicio digno de la libertad». Los únicos efectos posibles de este lamentable respaldo son 1) que Red Liberal sea clasificado como un movimiento anti-liberal (ubicado en el extremo inferior del diagrama de Nolan) y 2) que los liberales no quieran integrar el movimiento (que paradójicamente tiene el término «Liberal» en su nombre). A continuación explicaré por qué esta situación debe cambiar.

La primera razón para que esta situación cambie es que la defensa del slogan «hay que emparejar la cancha» es profundamente anti-liberal, como he expresado arriba. En efecto, proponer que sea la obligación de alguien ayudarle a otro sin el previo consentimiento de ninguno (!) de ellos revela una actitud totalitaria y opuesta a los principios liberales básicos. Si Red Liberal ostenta el nombre de Red Liberal, debe hacerle honor a este y moverse sin dubitaciones hacia un ideario liberal. Esto implica renunciar a ideas totalitarias como «emparejar la cancha» o que «la libertad no es el valor supremo» de la existencia humana. Este tipo de opiniones no hacen más que atraer a totalitarios que pueden terminar ganando elecciones internas y desplazando a los verdaderos liberales de su militancia en el movimiento.

La segunda razón para que esta situación cambie es que la formación de Red Liberal no contemplaba estas opiniones totalitarias en su origen. Efectivamente, Red Liberal es un proyecto que se gestó desde el olvidado «Viento Liberal». Recuerdo claramente que asistí a una reunión de este grupo en la Fundación Balmaceda el día 12 de febrero del 2010. Allí, un conjunto de liberales manifestamos nuestra intención de conformar un movimiento liberal: este movimiento es Red Liberal hoy. En la reunión, alguien propuso que el movimiento fuera llamado «Liberal Progresista». Me opuse firmemente y nadie insistió en la idea, de lo cual colijo que los allí presentes concordaron conmigo en cuanto a la inconveniencia de usar ese nombre y también de vincularnos con las ideas «progresistas», que son colectivistas y, por ende, opuestas a las ideas liberales. Darle cabida a esta opinión de «emparejar la cancha» implica traicionar tanto los principios liberales cuanto la inspiración original del movimiento.

En consecuencia, expreso mi intención de que tanto Red Liberal como todos los liberales que quieren «emparejar la cancha» corrijan su manifiesto error y repudien esta idea totalitaria. Porque, en efecto, es totalitario que alguien vea reducido su patrimonio contra su voluntad, es totalitario que alguien reciba ayuda sin haberla aceptado, es totalitario que pretendamos otorgar las mismas condiciones materiales básicas a todas las personas, es totalitario que le impidamos al vagabundo vivir como tal (como ocurre con el «Divino Anticristo»), es totalitario que propongamos cualquier tipo de intervención estatal en las vidas e interacciones de las personas.

¿Cómo podremos proponer un referente liberal si estamos proponiendo los mismos atropellos y métodos que ya ofrecen otros movimientos y partidos políticos? La verdadera novedad estaría en que ofrezcamos un panorama liberal para la política chilena. Allanarse a ofrecer lo que ya está en el mercado puede atraer votos, pero implica renunciar a los principios liberales. ¿Y cómo se llamará liberal un movimiento que se opone a los principios liberales? ¡No puede! Decir que tenemos un movimiento liberal y plantear en sus principios básicos que este movimiento se opone a la libertad de las personas es una invitación a las burlas. Es una lástima, por cierto, que Red Liberal se haya caracterizado hasta ahora por ser un movimiento anti-liberal.

La cándida confianza en la intervención del Estado para la solución de los «problemas» del hombre podría designarse como institucionalismo, politofilia o Síndrome de Estocolmo. Ninguna institución es mejor que los individuos que la integran. Sus procedimientos pueden asegurar una verificación más objetiva de los errores que cometan, pero no evita que incurran en comportamientos tan buenos o malos como los de las personas naturales. La fe en que la administración pública puede hacer algo para resolver un problema no solo expresa ignoracia con respecto al atropello elemental que esa administración lleva a cabo por el solo hecho de existir contra todas las personas del territorio que administra, sino que pone en peligro la seguridad de estas personas y asegura (no se trata de una mera amenaza) el atropello sistemático de sus derechos fundamentales. ¿Qué hay de liberal, pues, en asegurar el atropello constante y sistemático de los derechos fundamentales? Absolutamente nada.

Les advierto a los pseudo-liberales: renuncien a sus parafilias estatistas o dejen de llamarse liberales; pero no insistan en conjugar estos comportamientos, porque ellos no pueden convivir en paz.

Comentarios