¡Renuncia, Maduro!

Originalmente publicado en Ciudad Liberal.

Imagen: Terra

Lo que ocurre en Venezuela (vid. El Mercurio 13 y 14-02-2013: A4) no es algo excepcional. Lo que ocurre en Venezuela representa la norma del comportamiento gubernamental. El gobierno existe para atropellar los derechos fundamentales y es inconcebible su existencia sin que él incurra en vulneraciones constantes e ininterrumpidas de estos derechos. «¿De qué se sorprenden, buitres vestidos con toga?», como les dijera Apuleyo a sus lectores (Met. 10.33), si bien se refería de forma más específica a los abogados. Pero yo se lo diré a todos: quid miramini, togati uulturii? ¿De qué se sorprenden si acá mismo el gobierno utiliza sus poderes estatales para arrancarnos el dinero que ganamos, para obstruir nuestros proyectos personales, para definir cómo nos casamos?

La «reserva moral» de Chile, el Partido Comunista, se ha manifestado firmemente en contra de la sedición de los sectores fascistas que se oponen al gobierno democráticamente elegido. El mismo que remitió condolencias a las autoridades de la República Popular Democrática de Corea por el sensible fallecimiento del Amado Líder Kim Jong-Il. El mismo que respalda el régimen que lleva más de medio siglo tiranizando a la población en la República de Cuba. El mismo que se encierra por media hora (et cum aperuisset septimum sigillum factum est silentium in caelo quasi media hora) a llorar cada 09 de noviembre mientras el resto del mundo conmemora con emoción la caída del Muro de la Vergüenza escuchando el 4to movimiento de la 9na Sinfonía (Beethoven): una Oda a la Alegría (Schiller) por la derrota del comunismo.

Ha habido tres personas muertas: dos civiles y un policía. El canal NTN24 fue censurado por transmitir las manifestaciones contra el gobierno venezolano. El gobierno de Venezuela ha impuesto una censura sobre la red social Twitter. Estos hitos forman parte de una cadena ininterrumpida de atropellos, pero marcan un exceso que sobrepasa la tolerancia de la opinión pública. No hay razones para justificar nunca la presencia o existencia de un gobierno en ningún territorio, menos aún para que tal gobierno incurra en estos atropellos desmedidos de la dignidad de las personas. Tolerar estos atropellos equivale a declarar que los hombres no tienen dignidad y que pueden ser tratados como animales de circo y azotados para que bailen al compás del himno de la Internacional. ¿No son ustedes mismos unos animales si pretenden que los demás nos comportemos como bestias amaestradas, togati uulturii?

He expresado anteriormente que todo gobierno es ilegítimo y ahora vengo en reafirmarlo, por cuanto el peso de la evidencia que estoy presentando me respalda fuertemente. El hombre, carente de esencia por defecto, construye su individualidad —quién es— en la medida que existe. La construcción de esta individualidad solamente puede tener lugar en condiciones de libertad individual; puesto que, si el hombre no es libre de actuar a su arbitrio y de asumir las consecuencias de sus acciones, no puede construir su propia individualidad y no se constituye plenamente como hombre en el mundo. Queda, pues, recluido a una humanidad invisible en el interior vacío de su conciencia. Esta «existencia» invisible aplasta todo vestigio de dignidad: se parece al destino de un mueble o un animal, que es definido y determinado por las personas en cuanto a qué es y cómo existe.

Pretender, por lo tanto, que un hombre sea responsable de algo más que aquello que él mismo asume como su responsabilidad es una forma de despojar al hombre de su humanidad. Establecer un gobierno sobre un territorio es exactamente esto: imponer responsabilidades sobre personas que no han asumido voluntariamente tales «obligaciones». Se trata de una forma de esclavitud, de una vejación de la humanidad y de su espíritu trascendente. Esto es, precisamente, lo que está haciendo Nicolás Maduro en Venezuela y lo que hacen por su parte los políticos en Chile y el resto del mundo: imponen obligaciones auto-acordadas sobre la población entera de los territorios que manejan. De esta manera, deshumanizan a las personas y humillan los espíritus libres, encadenándolos a normas y condiciones injustas e ilegítimas.

En consecuencia de lo anteriormente expuesto, de los graves hechos denunciados por diferentes personas y medios de comunicación, de la situación de caos que se vive en varias ciudades del territorio venezolano, de la paupérrima condición económica del país, del desabastecimiento de productos básicos en el comercio y de los constantes atropellos del gobierno contra la libertad personal; solicito al señor Nicolás Maduro, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, que tenga a bien renunciar a su alto cargo para garantizar la voluntad política necesaria que conduzca a un proceso de recuperación de la paz social y de normalización de la economía nacional.

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