Bitcoin como reforma de macetero

Originalmente publicado en El Quinto Poder.

El intevencionismo  — justificado, como siempre, con las mejores intenciones del Universo —  está afectando a la bitcoin (BTC) por acción tanto de su administración interna cuanto de los gobiernos locales alrededor del mundo. El 12 de diciembre, John Blocke reportó que un equipo de programadores independientes conocido como «Bitcoin Core» está fijando el costo de una operación de un nodo completo como una manera de proteger al 99,9% de mineros que no operan nodos completos. El 30 de diciembre, Isabel Pérez informó acerca de las razones de la Unión Europea para crear una regulación de BTC, las cuales se centran en el terrorismo y la evasión de impuestos. El 08 de enero, Luis Esparragoza dio cuenta de las intenciones del gobierno chino para hacer lo propio en el territorio controlado por él, si bien este parece más preocupado por la relación entre BTC y el Yuan.

La información entregada por John Blocke resulta un tanto críptica, puesto que no entrega fuentes acerca de la acción llevada a cabo por Bitcoin Core ni la explica con la profundidad suficiente para entenderla por completo. Sabemos, de todas maneras, que se trata de una intervención sobre el precio de un servicio prestado por los mineros de BTC y que este tipo de intervención tiene consecuencias negativas como inmovilidad e inflación. Digo «inmovilidad» en lugar de escasez o de acaparamiento porque escasez no es lo suficientemente preciso  — se refiere a una condición propia de todos los bienes y servicios que son intercambiados en el mercado —  y acaparamiento tiene una connotación negativa para un comportamiento enteramente aceptable.

Las intenciones de la Unión Europea y del gobierno chino forman parte del repertorio que todos esperamos desde las instituciones estatales: controlar las interacciones entre las personas y también sus acciones privadas. Ellas interpondrán justificaciones que parezcan moralmente aceptables y que argumenten la inevitabilidad de su intervención, pero esto no es más que «paja molida»: su meta es intervenir y sacar provecho del trabajo ajeno, como de costumbre.

Las preocupaciones de la Unión Europea son el terrorismo y la evasión de impuestos. En cuanto al terrorismo, la UE pretende evitar que BTC pueda ser utilizado en actividades que lo financien. Teniendo control sobre el euro, los gobiernos de la UE han sido incapaces de evitar atentados terroristas en sus territorios: ¿qué les hace creer que podrán hacerlo si manejan información sobre las transacciones con BTC? Además, los gobiernos de la UE ni siquiera parecen tener la intención de controlar el terrorismo, puesto que se niegan a vincularlo con los inmigrantes musulmanes. Por otra parte, la intención de detener el crimen en general o el terrorismo en particular a través de la intervención del Estado es tan iluso como tratar de controlar la inflación emitiendo más dinero o aumentando por ley el sueldo mínimo (lo que acaba de hacer el gobierno venezolano): se trata de reacciones tardías e inútiles, como las que cabe esperar de las agencias de control centralizado. Más aún, los gobiernos ayudan a la mantención y expansión del terrorismo al impedir que los ciudadanos tengan armas y las lleven consigo todo el tiempo, puesto que hacer esto es como prohibirles que se vacunen.

En cuanto a la evasión de impuestos, resulta hasta vergonzoso que la UE declare abiertamente su intención de apropiarse del producto del trabajo ajeno cuando este fue producido sin que mediaran las regulaciones de la UE, con una moneda que no es emitida por ninguno de los gobiernos de la UE y con insumos que existen no solo en territorios controlados por los gobiernos de la UE, sino que también fuera de ellos, y sin los cuales BTC no tendría el mismo valor o impacto. Como en el cuento de la producción del pan, la UE no plantó el trigo ni lo cosechó ni lo molió ni amasó la harina ni les dio forma a las marraquetas ni las horneó, sino que llegó al final con la mera intención de comer el pan.

El gobierno chino está haciendo exactamente lo mismo, aunque de manera menos fingida: a él nunca le ha importado transparentar sus intenciones de control sobre las actividades de las personas ni ha querido camuflar su pretensión de imponer sus criterios sobre cualquier fenómeno que tenga lugar en el territorio de la República Popular China (o más allá). Como este gobierno tiene menos paciencia y no se molesta en entregar explicaciones innecesarias, puesto que sabe que él es la ley, las casas de cambio que operan en la República Popular han comprometido inmediatamente su colaboración con y adherencia a las exigencias que interponga el gobierno. Una de ellas es que las casas de cambio no mencionen la caída del precio del yuan en relación con BTC, aparte de garantizar al gobierno acceso a toda la información relativa a las transacciones y sus participantes.

Con este panorama, me resulta claro que BTC se convertirá en la caja de supermercado que tiene una fila con muchos clientes mientras hay otras cajas con pocos u otras que recién abren. Como BTC no es obligatorio ni está confinado a un territorio específico, lo que ocurrirá parece bastante claro: los clientes se moverán a otras cajas. BTC se ha vuelto popular y posiblemente siga operando por un buen tiempo, pero el intervencionismo tanto interno cuanto externo tendrá un efecto inevitable: la fuga de usuarios hacia criptomonedas que verdaderamente hagan honor del prefijo cripto-. Ya no es posible revertir el intervencionismo, especialmente el que llevan a cabo los gobiernos, así que la caída resulta también inevitable. Esto no significa, sin embargo, que no convenga pasar por BTC antes de adquirir otras criptomonedas, puesto que BTC sigue siendo mejor que muchas monedas emitidas por los gobiernos del mundo. Por eso comparo BTC con la «reforma de macetero» de Chile en los 60, llamada así despectivamente porque no eran tan profunda como la posterior reforma agraria. BTC contrajo una idea genial; pero, al ser la primera criptomoneda que ganó popularidad, está condenada al estancamiento (o incluso la desaparición) a causa del intervencionismo estatal. Su impronta, no obstante, permitirá que vengan muchas otras y que llegue el momento en el que las criptomonedas ofrezcan posibilidades suficientes como para pasar por alto los controles gubernamentales y para conseguir intercambios verdaderamente libres.

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