Izquierda conservadora moralista teocrática

Originalmente publicado en El Club de los Viernes.

La izquierda conservadora

Parte de la «batalla cultural» que enfrenta a la derecha y la izquierda políticas tiene que ver con el conservadurismo moral.

Por razones nominales derivadas de los antiguos partidos conservadores, se asume a veces que el conservadurismo moralista es exclusivo de la derecha y que la izquierda, en cambio, es «liberal» o deshinibida.

Ahora bien, sabemos que llamar «liberal» a la izquierda es una contradictio in terminis inadmisible, puesto que ella considera solamente dos alternativas para los comportamientos de las personas:

1) que sean prohibidos o 2) que sean llevados a cabo con permiso del Estado.

El comportamiento libre no admitido

Esto quiere decir que la izquierda no admite ningún tipo de comportamiento espontáneo o genuinamente libre.

La parte conservadora de la derecha no se aleja mucho de este criterio y, a causa de esto, hay quienes generalizan y rechazan la derecha completa.

Esta izquierda deshinibida se ríe de la derecha conservadora porque la considera pacata e intenta constantemente hacerla sonrojar hablando acerca de sexo oral, sodomía, relaciones homogenitales, relaciones polígamas (alternativamente llamadas poliamorosas), etc.

Pero resulta que esta izquierda deja de ser tan deshinibida cuando se habla acerca de prostitución o cuando se usan chistes sexuales o cuando el representante de un grupo de empresarios le regala una muñeca inflable a un ministro del gobierno.

¿Qué pasó, m’hijito? ¿No era tan choro usted?

La excusa del contexto y de las dos justicias

Entonces la izquierda conservadora saca el as bajo la manga: ¡el contexto!

Siempre que la izquierda es confrontada con una situación que dice condenar o respaldar en una situación que no aprueba (por afinidades políticas como de costumbre), recurre a la contextualización para justificar su doble rasero.

Condenan las matanzas de indígenas durante la Conquista española, pero justifican o incluso omiten las matanzas entre indígenas en la época precolombina o, por otra parte, celebran la Revolución Cultural de Mao Zedong.

Lo que en un caso resulta inaceptable, en el otro debe entenderse dentro de un contexto.
Así que tenemos que aplicar dos justicias de acuerdo con ellos: una universal (para los enemigos) y otra situacional (para los aliados).

Atraer votantes y defensores

La izquierda conservadora quiere mostrarse deshinibida para atraer votantes y defensores, pero se escandaliza con muchas situaciones, algunas de ellas irrelevantes.

Considera inaceptable que se celebre el Día de la Hispanidad, pone el grito en el cielo cuando alguien propone instalar una estatua de Juan Pablo II (quien evitó una guerra entre Argentina y Chile) en un sector bohemio de Santiago de Chile, se escandaliza cuando alguien considera que una muñeca es un regalo apropiado para una niña y dice no entender a los que reconocen solamente dos sexos naturales y tres géneros gramaticales.

Pretende, además, definir por ley los niveles de azúcar en los alimentos, el tipo de armas que cada uno puede tener y la clase de vehículos que podemos conducir.

Y exige que los animales (sobre todo los mamíferos) sean tratados con el mayor respeto posible — más que las personas si es posible — y que no usemos bolsas de plástico ni ampolletas incandescentes.

Argumenta, en todos los casos, que así es como «corresponde», aparentemente aludiendo a algún tipo de norma universal que no necesita ser explicada a causa de su carácter evidente para todos los mortales: igual que los conservadores de derecha.

¡Y así tienen cara para posar como deshinibidos!

La imagen de la izquierda conservadora

Si uno se queda con la imagen que esta izquierda intenta mostrar, podría resultar engañado y creer que, en efecto, es un sector político deshinibido que aboga por la liberalización de las costumbres.
Pero un examen más cercano revela su verdadera condición: se trata de un sector extremadamente moralista y conservador — mucho más que la derecha — y del todo intolerante con quienes no están de acuerdo con sus principios y con quienes pretenden actuar sin su aprobación.

Creo que muchos son engañados y viven así, ¡pero no se puede ser así de ingenuo toda la vida!

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