La Fundación Sol conmemora a Pedro Lemebel con una cita escalofriante

Originalmente publicado en Corrupción Chile.



Al conmemorar el 1er año desde su partida al encuentro con el Padre, la Fundación Sol publicó una fotografía en su página de Facebook con una cita, presuntamente de Pedro Lemebel, que se lee «¿Cómo puede haber gente dueña de tanto horizonte? ¿Cómo puede haber gente enguatada de tanto paisaje? Me parece obscena esa glotonería de tanto tener».

Ignoro la fuente precisa de donde hayan sido tomadas estas líneas; pero, mientras leía, me iba sintiendo estupefacto con la idea expresada. ¿Por qué alguien se arroga la facultad de juzgar cuánto puede poseer otro? ¿Por qué alguno juzgaría inapropiado que otro sea dueño de sus cosas? Podrían justificar que se trata de una crítica contra la riqueza «excesiva», pero ¿en qué punto comienza el exceso? Porque definir el límite es un ejercicio enteramente arbitrario. Y, si reconocemos que cada uno es el dueño legítimo de lo que ha ganado, ¿cómo podría siquiera proponerse que exista un límite para lo que podemos poseer?

La cita apela a una lógica natural (sentido común) que considera desmedido tener una cierta cantidad de cosas. ¿Pero cuántas cosas? Yo puedo ser dueño, por ejemplo, de todas las «prestobarba» del mundo. Pero, como estas se siguen produciendo, ya no seré el dueño de todas ellas. También puedo poseer un porcentaje de la riqueza muy superior al promedio. Pero, como la riqueza sigue siendo creada por otros, mi porcentaje disminuirá inexorablemente. Hay un engaño, pues, tanto en el juicio sobre cuánto debería tener uno como en la cantidad que verdaderamente posee.

Se podría contestar diciendo que la cita, refiriéndose a la tierra, no habla acerca de algo que se pueda producir (como una «prestobarba») o crear (como la riqueza), sino a un bien escaso e irreproducible. Admitiré que la extensión de nuevos territorios todavía resulta anecdótica (si bien tampoco hay mucha demanda) y que la venta de terrenos en Marte no es más que una actividad lúdica (y aun así lucrativa). Entonces, ¿el carácter escaso e irreproducible de la tierra la exime de ser poseída o impone límites sobre cuánto podría poseer cada uno? No veo, en esta primera pregunta, una conexión lógica entre las condiciones de la tierra y las propuestas acerca de cómo debería ser poseída. Y no solamente no la veo: sencillamente no la hay. Si un hombre es dueño de un terreno y su vecino, dueño de otro del mismo tamaño, parcela el suyo en exactamente mil subdivisiones del mismo tamaño y vende cada una a un sujeto distinto, nos encontraremos con el propietario de un terreno mil veces más grande que el de sus vecinos. ¿Y acaso esto resulta injusto o censurable u «obsceno»? Por supuesto que no. Parece, más bien, resultado de la acción humana libre e individual.

Entonces, no existen razones para limitar la propiedad. Tanto si es posible producir más o no, resulta inoficioso argumentar que puedan existir razones para que alguien no pueda ser dueño de una gran cantidad y más aún para que alguien sea despojado de lo que ya tiene. Sé que hay quienes defienden con entusiasmo estas alternativas, pero deberían darse cuenta de que están equivocados: esto requiere un ejercicio intelectual honesto y desprejuiciado que permita pensar con originalidad y sujeción a las reglas básicas de la lógica.

Por todo lo anterior, la cita interpuesta en la fotografía por la Fundación Sol resulta escalofriante: porque propone que puede existir un límite para lo que cada uno tenga, porque sugiere que puede ser aceptable despojarnos de nuestras cosas, porque demoniza tanto la propiedad privada cuanto la acción humana libre. Las implicaciones de la cita se perciben apenas uno la ha leído y hacen sentir una incomodidad en el corazón: la incomodidad de que esta idea desprecia nuestra tenencia de posesiones personales y valida el robo de ellas.

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