Poseidón y Hera contra Zeus en la Minera Escondida

Originalmente publicado en El Quinto Poder.

En la Ilíada, Hera y Poseidón respaldan el bando griego en la Guerra de Troya. Zeus no respalda ninguno de los bandos enfrentados, pero ha decidido favorecer momentáneamente a los troyanos para que los griegos sufran la humillación por haber menospreciado a Aquiles, su héroe más valioso. A causa de esta inclinación temporal a favor de los troyanos, Hera y Poseidón se enemistan con Zeus. De hecho, Hera le propone a Poseidón coludirse para inclinar la batalla a favor de sus favoritos griegos en desmedro de los troyanos respaldados momentáneamente por Zeus, pero Poseidón se niega a causa del riesgo que implica desafiar la autoridad de Zeus. No obstante, el episodio que sigue es la consecuencia de un pacto tácito en el que tanto Hera cuanto Poseidón actúan, sin saberlo, como si el otro estuviera cumpliendo su parte: se trata de una confabulación tan secreta que ni ellos la conocen por completo.




Así que Hera le pide prestado su cinto a Afrodita y marcha al monte Ida, desde donde Zeus vigila el enfrentamiento de griegos y troyanos. Usando el cinto, seduce a Zeus y lo distrae para que tengan sexo y luego él caiga dormido. Mientras Hera hace esto, Poseidón se dirige a la llanura de Troya y anima a los griegos en su enfrentamiento con los troyanos, logrando que la ventaja de estos resulte sobrepasada por el entusiasmo de aquellos. Hera no sabe explícitamente que Poseidón intervendría en la batalla de griegos y troyanos y este no sabe que Hera distraería a Zeus, pero ambos actúan sobre la base de que el otro hará lo que está haciendo. El plan culmina exitosamente, pero toca su fin, cuando Zeus despierta y se da cuenta de que los troyanos están siendo vencidos por los griegos con la ayuda de Poseidón. Indignado, envía a Hermes para que le indique a Poseidón que no intervenga en el enfrentamiento y reprocha a Hera por engañarlo para que Poseidón pudiese favorecer a los troyanos. Hera, no obstante, asegura que podrá jurar sobre las aguas de la Estigia que ella no confabuló con Poseidón. Y dice la verdad.

Esta connivencia de Hera y Poseidón resulta similar a la que existe entre el Sindicato nro 1 de Minera Escondida y los 300 encapuchados que ingresaron en las instalaciones de esta el pasado 11 de febrero. Carlos Allendes, vocero del Sindicato, negó que el Sindicato haya estado involucrado en un incendio que afectó a Minera Escondida el mismo día en el que se inició la huelga (09-Feb). También declaró (a través de un documento anónimo) ignorar el incidente de los encapuchados, afirmando que ese día solamente hubo una manifestación pacífica. Esta declaración no se hace cargo del testimonio según el cual los encapuchados se dirigieron a las instalaciones de Minera Escondida precisamente desde el campamento instalado por el Sindicato nro 1 en las afueras del yacimiento. Su técnica se compara con la de Hera y Poseidón en cuanto a la intención, pero se asemeja más a la de los asesinos de Tom McCoffee en cuanto a su resultado final: ¡vaya, vaya!

Minera Escondida es la víctima de una técnica deshonesta, difícil de desenmascarar y prácticamente imposible de perseguir en lo penal. Sus atacantes son aprovechadores expertos que saben usar la mentira a su favor y han hecho de la hipocresía una forma de vida. Si bien Minera Escondida debe seguir, en lo formal, los procedimientos estandarizados y normales, no le haría mal darle una dosis de su propia medicina al Sindicato nro 1 con ayuda de aprovechadores profesionales mercenarios y con la discreción que amerita el asunto.

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