Encapuchado salvado por el carro lanza-agua

Originalmente publicado en Globedia.

De vez en cuando recuerdo cuando este muchacho, Miguel Fauré, declaró en una asamblea que nunca se había registrado un muerto por causa de una bomba molotov, pero sí por causa de bombas lacrimógenas. Fauré se estaba aprovechando de que nadie lleva en su memoria estos datos y de que aún no existían los teléfonos con datos móviles. Sí había tecnología para navegar por Internet utilizando otros medios, pero nadie contaba con ella en la Sala de Conferencias del Departamento de Castellano en ese momento. Fauré no era un alumno común y silvestre, por cierto: era sabido que él accedió a la carrera no con la intención de estudiar, sino con el mero propósito de hacer activismo político. Como esta situación era conocida, hubo resistencia entre las autoridades del Departamento para admitirlo, pero ellas — respetuosas de la norma — aplicaron los criterios académicos y admitieron su transferencia desde otra universidad.

Imagen: Radio Biobío

El año pasado, Eduardo Lara murió en Valparaíso a causa de un incendio causado por bombas molotov. Dado el efecto que tienen las bombas molotov, resulta absurdo creer en la verosimilitud de lo que afirmó Fauré en esa asamblea, tratando de hacerle creer a la audiencia que las bombas molotov son inofensivas, puesto que nunca habían causado una muerte: aquí hay dos mentiras juntas, por cierto. El espíritu ideológico de Fauré, no obstante, justifica la utilización de mentiras o el acomodamiento de la verdad con el fin de justificar lo que considera conveniente: una transferencia de poder hacia sí mismo o hacia quienes sostienen ideas que considera apropiadas. Yo le contesté, según recuerdo, que los Carabineros ni siquiera habrían llegado al frente del campus para ejercer la «represión» que él denunciaba si los encapuchados no hubiesen encendido una barricada con pneumáticos en medio de la calle, pero él consideró inaceptable este argumento.

Las bombas molotov son letales y el agua del carro lanza-agua no tiene químicos: estas dos verdades se confirman cuando nos enteramos de que un alumno anónimo y encapuchado del Liceo de Aplicación en Santiago se prendió fuego a sí mismo el pasado 09 de junio (tal como hizo Carmen Gloria Quintana el 02 de julio de 1986) mientras maniobraba una bomba molotov para agredir a Carabineros; pero fue socorrido y efectivamente salvado por el personal de Carabineros que manejaba el cañón del carro lanza-agua, quien dirigió el chorro para que cayera como lluvia sobre el alumno encapuchado. Con el fin de evitar un procesamiento a causa de la agresión que no pudo concretar, este alumno huyó del lugar antes de que llegara la ambulancia que llamaron los propios Carabineros para socorrerlo, en vista de que resultó evidentemente quemado y herido.

Fauré, el apologista de los encapuchados que ingresó al Departamento de Castellano por la vía académica, aunque con fines políticos, mintió cuando sostuvo algo tan descabellado como que el fuego no mata. Su deshonestidad se manifiesta en las mentiras que profirió durante esa asamblea, en su condición de alumno del Departamento de Castellano y en el hecho de que nunca pagó el arancel de la carrera. Como él sostiene, entre otras barbaridades, que la educación no es un servicio por el cual los profesores debamos recibir remuneración alguna, entonces simplemente no pagó los aranceles correspondientes en la universidad. Explotaba, no obstante, su cuidado aspecto para atraer las convicciones ajenas, aunque no debe haberle valido de mucho conmigo al frente, puesto que yo también era joven (más que él incluso).

La deshonestidad está entre las características propias de la izquierda: su meta es acaparar el poder. No importa si tiene que transgredir los principios de no agresión y de reciprocidad, atropellando los derechos humanos de todas las personas que encuentre en el camino. Lo han demostrado en Chile y en muchos lugares desde cuando iniciaron sus actividades terroristas en el siglo 19no. El alumno del Liceo de Aplicación no hace más que confirmar, otra vez, este rasgo: se cubrió la cara para atacar con un arma letal a Carabineros (que ni siquiera habrían estado ahí de no ser porque él mismo obstruyó el tránsito en Ricardo Cumming), los cuales le salvaron la vida y llamaron ayuda para curar sus heridas, pero este huyó del lugar para evadir la responsabilidad que le cabe por haber obstruido el tránsito (impidiendo así que las ambulancias vayan a socorrer a quienes lo necesitan) y por haber tratado de agredir a otras personas con un arma letal.

Para ser de izquierda, pues, hay que tener esta capacidad especial de anular la empatía, de dejar de considerar que los opositores son personas, de ser capaz de atropellar los derechos humanos sin arrugar un músculo de la cara y de negarlo todo cuando la justicia intenta establecer alguna responsabilidad al respecto.

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