Noticias falsas confirmadas; noticias verdaderas desmentidas

Originalmente publicado en El Libertario.


El 2011 denuncié una actitud que había detectado en personas de izquierda y que me parecía censurable: la diseminación de noticias falsas. Una de las noticias que mencioné en esa oportunidad fue la del supuesto uso de armas «semi-atómicas» por los Estados Unidos en Irak. Como tengo buena memoria y un hondo sentido de la honestidad — a diferencia, presumo, de quienes esparcen noticias falsas — , recordé inmediatamente esta información cuando, hace pocos días, leí una fuente que parece confirmar al menos parcialmente lo que entonces descarté como falso.

De acuerdo con lo informado por Rob Edwards hace un par de años, las fuerzas estadounidenses y británicas utilizaron municiones de uranio empobrecido durante la Guerra de Irak el 2003. La información fue publicada por la ONG PAX, de los Países Bajos. Esta ONG obtuvo la información desde el gobierno de los Países Bajos luego de que el Ministerio de Defensa la solicitara a las fuerzas armadas estadounidenses para confirmar que las fuerzas flamencas estacionadas en Irak durante la guerra no hubieran sido afectadas por los efectos de las municiones de uranio empobrecido.

El sentido de la noticia falsa que denuncié el 2011 era distinto: se acentuaba el carácter «atómico» de las armas utilizadas en consideración no solamente de sus efectos radioactivos, sino también de su capacidad destructiva. Las municiones de uranio empobrecido son radioactivas, pero no tienen un efecto destructivo siquiera comparable con el de un arma atómica. Había exageración y falsedad, por cierto, en cuanto al hecho informado, pero también había algo de realidad. La misteriosa desaparición de la noticia (que denuncié también el 2011), no obstante, incrementa las dudas con respecto a que sus autores hayan estado al tanto de los datos revelados por PAX el 2014 a la vez que impide indagar más sobre sus fuentes. Resulta curioso, además, que la noticia haya circulado durante el 2010: mucho antes de que PAX publicara el informe elaborado por Wim Zwijnenburg.

La información recorre caminos bastante misteriosos a veces. En este caso, la denuncia sobre el uso de armas «semi-atómicas», si bien falsa, ha demostrado tener hechos concretos sobre los cuales fundarse (y transmitirse de manera imprecisa). Así, un hecho prácticamente desconocido ha llegado a convertirse en una verdad respaldada con testimonios y la admisión de las propias fuerzas armadas estadounidenses. Pero podrá también darse el caso contrario: que un hecho admitido como verdadero sea cuestionado. Así ocurrió con respecto a los ataques sexuales masivos de árabes (inmigrantes o refugiados) contra mujeres en Alemania durante la celebración del Año Nuevo.


Como otras personas, Chris Baynes informó que la denuncia de ataques en Frankfurt durante la celebración del Año Nuevo 2017 era falsa. La forma en que el desmentido de esa denuncia se ha diseminado a través de las redes sociales ha creado la impresión, no obstante, de que los ataques reales ocurridos en Colonia durante la celebración del Año Nuevo 2016 no eran verdaderos: y aquí vemos cómo una noticia falsa (que los ataques del 2016 no ocurrieron) ha surgido desde la refutación de otra noticia falsa (que hubo ataques en Frankfurt el 2017). Por lo visto, no podemos confiar plenamente ni siquiera en quienes desmienten las noticias falsas, porque al menos algunos de ellos están tratando de instalar otras noticias igualmente falsas en el lugar que han dejado disponible las que son refutadas.

Como he dicho anteriormente, postergamos la verdad cuando anteponemos otros valores como lo gracioso y lo bello y esto resulta aceptable. No parece tan aceptable, sin embargo, cuando el valor interpuesto es el de lo político: algo parece señalar que no resulta aceptable camuflar u omitir o modificar la verdad con tal de favorecer nuestra opinión política. Yo mismo censuré este comportamiento hace tiempo y partí advirtiendo, arriba, que me considero honesto. Pero sospecho que la diferencia no está en el valor interpuesto, sino en la intención de modificar o de ocultar la verdad. Cuando uno dice una broma, modifica la verdad de manera visible para los otros. Cuando uno narra una noticia falsa, modifica la verdad de manera invisible. Y aquí está toda la diferencia: en la honestidad con la cual hemos modificado la verdad. Si lo hacemos de manera evidente, no estamos incurriendo en una conducta censurable. Si lo hacemos de manera camuflada, esto es, con la intención manifiesta de engañar a los otros y de que permanezcan engañados (sin que el engaño dé paso a una revelación jocosa o didáctica), incurriremos en una transgresión del principio de reciprocidad.

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