Terroristas de la CAM en huelga de hambre

Conocí acerca de este evento, en primer lugar, a través de los comentarios que algunos de mis amigos publicaban en Facebook. Más adelante, apareció en algunos medios comunicativos de poca difusión como El Mostrador o la Radio Universidad de Chile. Me llamó la atención que, desde un principio, se informara acerca de presos políticos y que, además, se hiciera referencia a los hechos como un factor de opresión contra el pueblo mapuche. Ambas afirmaciones resultan ser tanto falsas como dañinas para la sociedad chilena, por lo cual pretendo demostrarlo a continuación, acusando además las intenciones tiránicas de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), organización terrorista a la cual pertenecen los reos en huelga de hambre, con respecto al pueblo mapuche.

1. En Chile no hay presos políticos.

En nuestro país todos somos iguales y nadie está por encima ni por debajo de los demás ante la ley. Asimismo, nadie es perseguido por sostener alguna idea en particular ni por su militancia política o por su origen étnico. En este sentido, tanto el ex Ministro de Justicia, Carlos Maldonado, como la ex Presidente de la República, Michelle Bachelet, señalaron durante el ejercicio de su autoridad que en Chile no hay presos políticos y que todas las personas detenidas habían sido sometidas a un debido proceso y sentenciadas justamente por integrantes del Poder Judicial.

Los reos en huelga de hambre, en efecto, les causaron daño a otras personas y a los bienes de otras personas y, además, lo hicieron con fines políticos. Causar daño a otros o a los bienes de otros es siempre penado por la ley, exista o no la intención de hacerlo. Si además concurre un objetivo político detrás de la agresión, tanto la ONU como la Ley Antiterrorista coinciden en que se trata de conductas terroristas. Nuestro sistema legal siempre ha considerado atenuantes y agravantes para las penas sentenciadas por los jueces: cometer un delito o crimen con carácter terrorista, naturalmente, es un agravante que conlleva un aumento de la pena normal. Por lo tanto, ellos están condenados justamente en cuanto que cometieron delitos y crímenes y en cuanto que incurrieron en conductas terroristas: tanto las sentencias como las penas aplicadas resultan justas y apropiadas para las conductas sancionadas.

No obstante, hay quienes justifican la actuación de los terroristas, homologándolos con la totalidad del pueblo mapuche. Dicen, en efecto, que los mapuches fueron despojados de sus tierras acestrales y que ellos (en lugar de especificar solamente la CAM) están luchando en virtud de ese despojamiento para recuperar sus tierras. Comencemos aclarando que las tierras no son ancestrales (ellos las habitaron poco antes de que llegaran los españoles), que el despojamiento de las tierras no es tal (al menos no en todos los casos) porque muchos vendieron o permutaron voluntariamente sus terrenos y que no es el pueblo mapuche el que lleva a cabo esta lucha armada, sino la organización terrorista denominada Coordinadora Arauco-Malleco. Quienes informan erradamente saben que lo hacen y, aun así, insisten en su actitud: por eso es necesario no creerles de inmediato a aquellos que hablan con indignación o que, más que exponer argumentos, vociferan consignas.

Justificar los actos de violencia gratuita o política en contra de las personas o los bienes de las personas es perverso, si bien no tanto como llevar a cabo los actos de violencia. Es como ocurre cuando, a una mujer que ha sido abusada, la reprenden diciéndole que estaba vistiendo de forma provocativa. ¿Justificaríamos acaso a Miguel Nasur si hubiera quemado las casas en la «toma de Peñalolén», las cuales ocupaban ilícitamente su terreno? Él siguió la vía judicial y evitó la confrontación violenta: así debiera ser entre todas las personas civilizadas. De modo que la actuación violenta de la CAM, además de no representar la manera de hacer las cosas del pueblo mapuche, es totalmente reprobable e injustificable: quienes se han dado a la tarea de respaldarla debieran darse cuenta de esto y desistir de su actitud.

En consecuencia, notamos que en Chile no hay presos políticos y que los reos pertenecientes a la CAM son terroristas que cometieron crímenes reprobables y fueron condenados justamente, siendo infundadas todas las posibles justificaciones interpuestas al respecto.

2. La CAM pretende tiranizar al pueblo mapuche.

No podemos quedarnos solamente con la denuncia de que los reos en huelga de hambre no representan al pueblo mapuche, sino a una organización terrorista, y están pagando justamente por los horrendos crímenes que cometieron: también debemos denunciar a la Coordinadora Arauco-Malleco como un movimiento político totalitario que pretende tiranizar al pueblo mapuche.

En efecto, la propia CAM reconoce que pretende la independencia del pueblo mapuche: «la reconstrucción del Pueblo Nación Mapuche en todos sus aspectos, sólo será posible con el ejercicio de los derechos políticos y territoriales, partiendo de la lucha de nuestras comunidades hasta el desarrollo de un proceso de liberación nacional mapuche». Esta reclamación es sostenida particularmente por esta organización terrorista y no representa, necesariamente, el sentir de la mayor parte del pueblo mapuche. Si lo hiciera, no debiese haber problema para conversar al respecto, visto que es importante reconocer el derecho de autodeterminación de los pueblos: tanto en Palestina como en Kosovo, el Tíbet y Taiwán (o donde ocurriere).

Pero las intenciones de la CAM no se quedan ahí, sino que expresan un imperativo acerca de cómo debiera ser el gobierno permanente de la nueva institucionalidad nacional mapuche: «concluimos que la única alternativa para dar continuidad a nuestro Pueblo Nación es iniciar un proceso de Liberación Nacional Mapuche que se sustente ideológica y políticamente en definiciones anticapitalistas y antioligárquicas, planteando la autonomía desde una posición ideológicamente revolucionaria. Porque para el rescate del pensamiento ancestral mapuche, rakiduam, y la diversidad de elementos que nos son propios es absolutamente necesario disputar y controlar los territorios invadidos por el sistema que nos oprime, es decir, se debe provocar un cambio en las estructuras de dominación hacia nuestro Pueblo, cambios que también conllevan aspectos superestructurales, en lo ideológico, cultural y social, reafirmando nuestra condición de Pueblo Nación Mapuche». Esta organización terrorista no está constituida por un grupo de filántropos que pretende darle libertad al pueblo mapuche, sino por un grupo de necrófilos —en un sentido psicoanalítico— totalitarios que pretenden instituir un territorio donde ejercer su tiranía institucional. Al declararse anticapitalistas, dejan en claro que no tolerarán la libertad de mercado: nada de comercio ambulante o ferias libres, ni de acuerdos informales con el jardinero o el panadero, todo el comercio estará regulado por el Estado. Su declaración va más allá cuando se declaran revolucionarios: este es un eufemismo para decir que no habrá ningún tipo de libertad civil en el futuro Estado mapuche controlado por la CAM: sin libertad de opinión, con partido único, sin libertad de tránsito, con control sobre el comportamiento de cada persona. Cuando mencionan el rescate del pensamiento ancestral mapuche, conviene citar otra parte de su texto: «la revitalización de nuestro rakiduam, kimun, religiosidad, mapudugun, se dará en el marco de un proyecto de lucha permanente que nos arroje resultados concretos y no sujetos al estado de dominación ni de las concesiones que en ese plano nos quiere hacer el Estado». Como se puede colegir, esta organización no solamente pretende limitar las libertades individuales, sino que también imponer un comportamiento cultural y religioso definido. Al más puro estilo Talibán, la CAM pretende establecer su propia teocracia en el centro-sur de Chile.

No hace falta sumar dos más dos para que nos demos cuenta de que esta organización terrorista es también un movimiento político nacionalsocialista que pretende eliminar las libertades civiles e instaurar una cultura y una religión por la fuerza.

En conclusión, nosotros no tenemos por qué tolerar las demandas de un grupo de terroristas que alegan representar a ese mismo pueblo que pretenden oprimir en el futuro. No deben ser escuchados, sino que castigados por lo que han hecho y lo que hagan en el futuro. Lo que ocurra con el pueblo mapuche, definitivamente, es «harina de otro costal» y no tiene que ver con la lucha de la CAM.

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